miércoles, 16 de septiembre de 2015

Trece años, veinte flores

En pleno estallido social y político post-2001, las asambleas barriales se esparcen por toda la ciudad y el conurbano, como ejercicio renovador de la política. El 17 de enero de 2002 un grupo de vecinos nos reunimos en la Plaza ex-Aramburu y fundamos lo que era, en ese entonces, unas de las tantas asambleas populares del barrio. En agosto de ese año, con el grupo más consolidado, llevamos a cabo la recuperación de la ex-Clínica Portuguesa, mutual de salud quebrada y vaciada, que poseía dos terrenos abandonados en la manzana de Avellaneda y Gavilán: un edificio de 4 pisos y una casa antigua.

La Asamblea Popular de Flores se instala en su lugar actual y desde allí comienza el largo camino de lucha y organización que nos trae hasta el día de hoy.

En los primeros tiempos, nos propusimos abordar las urgencias más inmediatas de los compañeros y compañeras que transitaban por el espacio. Así nació el merendero, la atención médica, el comedor, los emprendimientos solidarios de panadería y otros rebusques del momento para combatir la miseria que asolaba al país.

Atravesados por las falsas dicotomías del momento nos debatíamos entre comer o pensar, sin darnos cuenta que la única discusión sincera debía contemplar las dos posibilidades. Esa discusión, no obstante, caló profundo en nuestra concepción y nos hizo reconocernos de ahí en más como una organización social, proceso que también se dio en una inmensa cantidad de colectivos, sobre todo en aquellos que trabajaban en los barrios más marginales. La Asamblea Barrial se acercó entonces a la experiencia piquetera que parecía contener las mismas conflictividades que nosotros abordábamos en la cotidianeidad.

Sin embargo, el proceso piquetero entró en un proceso de estancamiento. La recomposición de una parte importante del mercado laboral y una exitosa rearticulación del Estado para asistir a los estratos más vulnerables de la población, hizo que las organizaciones sociales puramente inmediatistas pierdan peso y capacidad de movilización.

Sin embargo, la verdadera causa determinante era la imposibilidad de construir un lazo duradero a partir de la satisfacción de una necesidad inmediata. Cubierta la necesidad, el compañero o la compañera no se sentía atraída de seguir participando de la organización. Reaparece el eterno debate entre comer o pensar. Aunque en pequeña magnitud, y cargada de los matices que podía tener nuestro barrio, la Asamblea también transitó un camino parecido. El comedor y merendero dejaron de ser elementos prioritarios, satisfechas esas necesidad, la nueva etapa requería avances más ambiciosos. Queremos Pan pero también queremos Rosas.

Así nació el proyecto de Vivienda, primero como un programa transitorio y tiempo después como Cooperativa de Vivienda “Casa Social de Flores ltda.” que hoy aglutina unas 50 familias. La lucha asume una nueva trinchera y comenzamos a pelear por una vivienda digna, definitiva, en el marco de un proyecto colectivo y autogestivo. La dinámica ya estaba en marcha, cubrir la necesidad con autogestión colectiva y solidaria.

En esa misma época, aparecían también las primeras actividades culturales que pronto se organizarían en torno al Espacio Cultural Veinte Flores. Talleres de Música, Danza, Acrobacia y tantos otros más que hoy pueblan la grilla, se organizan para gestionar de manera colectiva y autónoma una oferta cultural al alcance de todos y todas.

La articulación permanente con otras organizaciones sociales y culturales como el Centro Social y Cultural Flores Sur, La Cazona de Flores y la murga Los Pitucos de Villa del Parque nos permitió dar peleas más ambiciosas y establecer un vínculo fuerte de contención y solidaridad.

Un hito fundamental en este camino fue la creación y la posterior oficialización del Bachillerato Popular de la Asamblea.El Bachi “20 Flores” abrió sus puertas en el año 2010, como propuesta de secundario para adultos desarrollado en el marco de una pedagogía popular. Sin embargo, recién en el 2012, tras años de luchas que precedieron incluso a nuestra existencia como Bachillerato, obtuvimos la oficialización del título y el reconocimiento de los salarios de los docentes.

A 13 años del surgimiento de nuestro espacio, miramos hacia atrás el recorrido sinuoso que transitamos. A pesar de que, por momentos, la coyuntura nos cruzó el camino de urgencias, fuimos desentramando esta experiencia compleja y llegamos a este momento con el saldo positivo de ver nuestra organización florecer de vida y de contenido político. Seguramente no realizamos el ideal que creíamos “acá nomás” en el 2001, pero avanzamos firme y marcamos las bases para el crecimiento sostenido que nos proponemos de acá en adelante. En eso estamos mientras escribimos estas líneas…

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