En pleno estallido social y político post-2001, las
asambleas barriales se esparcen por toda la ciudad y el conurbano, como
ejercicio renovador de la política. El 17 de enero de 2002 un grupo de
vecinos nos reunimos en la Plaza ex-Aramburu y fundamos lo que era, en
ese entonces, unas de las tantas asambleas
populares del barrio. En agosto de ese año, con el grupo más
consolidado, llevamos a cabo la recuperación de la ex-Clínica
Portuguesa, mutual de salud quebrada y vaciada, que poseía dos terrenos
abandonados en la manzana de Avellaneda y Gavilán: un edificio de 4
pisos y una casa antigua.
La
Asamblea Popular de Flores se instala en su lugar actual y desde allí
comienza el largo camino de lucha y organización que nos trae hasta el
día de hoy.
En los primeros
tiempos, nos propusimos abordar las urgencias más inmediatas de los
compañeros y compañeras que transitaban por el espacio. Así nació el
merendero, la atención médica, el comedor, los emprendimientos
solidarios de panadería y otros rebusques del momento para combatir la
miseria que asolaba al país.
Atravesados
por las falsas dicotomías del momento nos debatíamos entre comer o
pensar, sin darnos cuenta que la única discusión sincera debía
contemplar las dos posibilidades. Esa discusión, no obstante, caló
profundo en nuestra concepción y nos hizo reconocernos de ahí en más
como una organización social, proceso que también se dio en una inmensa
cantidad de colectivos, sobre todo en aquellos que trabajaban en los
barrios más marginales. La Asamblea Barrial se acercó entonces a la
experiencia piquetera que parecía contener las mismas conflictividades
que nosotros abordábamos en la cotidianeidad.
Sin
embargo, el proceso piquetero entró en un proceso de estancamiento. La
recomposición de una parte importante del mercado laboral y una exitosa
rearticulación del Estado para asistir a los estratos más vulnerables de
la población, hizo que las organizaciones sociales puramente
inmediatistas pierdan peso y capacidad de movilización.
Sin
embargo, la verdadera causa determinante era la imposibilidad de
construir un lazo duradero a partir de la satisfacción de una necesidad
inmediata. Cubierta la necesidad, el compañero o la compañera no se
sentía atraída de seguir participando de la organización. Reaparece el
eterno debate entre comer o pensar. Aunque en pequeña magnitud, y
cargada de los matices que podía tener nuestro barrio, la Asamblea
también transitó un camino parecido. El comedor y merendero dejaron de
ser elementos prioritarios, satisfechas esas necesidad, la nueva etapa
requería avances más ambiciosos. Queremos Pan pero también queremos
Rosas.
Así nació el proyecto de
Vivienda, primero como un programa transitorio y tiempo después como
Cooperativa de Vivienda “Casa Social de Flores ltda.” que hoy aglutina
unas 50 familias. La lucha asume una nueva trinchera y comenzamos a
pelear por una vivienda digna, definitiva, en el marco de un proyecto
colectivo y autogestivo. La dinámica ya estaba en marcha, cubrir la necesidad con autogestión colectiva y solidaria.
En
esa misma época, aparecían también las primeras actividades culturales
que pronto se organizarían en torno al Espacio Cultural Veinte Flores.
Talleres de Música, Danza, Acrobacia y tantos otros más que hoy pueblan
la grilla, se organizan para gestionar de manera colectiva y autónoma
una oferta cultural al alcance de todos y todas.
La
articulación permanente con otras organizaciones sociales y culturales
como el Centro Social y Cultural Flores Sur, La Cazona de Flores y la
murga Los Pitucos de Villa del Parque nos permitió dar peleas más
ambiciosas y establecer un vínculo fuerte de contención y solidaridad.
Un hito fundamental en este camino fue la creación y la posterior oficialización del Bachillerato Popular de la Asamblea.El
Bachi “20 Flores” abrió sus puertas en el año 2010, como propuesta de
secundario para adultos desarrollado en el marco de una pedagogía popular.
Sin embargo, recién en el 2012, tras años de luchas que precedieron
incluso a nuestra existencia como Bachillerato, obtuvimos la
oficialización del título y el reconocimiento de los salarios de los
docentes.
A 13 años del surgimiento de
nuestro espacio, miramos hacia atrás el recorrido sinuoso que
transitamos. A pesar de que, por momentos, la coyuntura nos cruzó el
camino de urgencias, fuimos desentramando esta experiencia compleja y
llegamos a este momento con el saldo positivo de ver nuestra
organización florecer de vida y de contenido político. Seguramente no
realizamos el ideal que creíamos “acá nomás” en el 2001, pero avanzamos
firme y marcamos las bases para el crecimiento sostenido que nos
proponemos de acá en adelante. En eso estamos mientras escribimos estas
líneas…
miércoles, 16 de septiembre de 2015
Trece años, veinte flores
3:35
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